Raúl Segovia, de "La Simón" a defender las fronteras de Argentina

5/10/2020

Los jóvenes crecen con infinitas posibilidades, sueños y metas por cumplir, pero es la Familia y la Escuela las que pueden promoverlas. Cuanto mayores sean las expectativas y la confianza depositada en ellos, más motivados estarán para realizar esta tarea.

El acompañamiento constante permite encontrar múltiples caminos de realizaciones. Aunque los objetivos pueden variar con el paso de los años, la colaboración y guía recibida será fundamental, más aún si se ve retroalimentada con nuevos intereses y contextos. Por ello, es relevante la creación de espacios de comunicación, de diálogo social, como la página web que la Escuela de Educación Técnica N° 24 se encuentra inaugurando.

En este entendimiento, los sueños de los alumnos de “Simón de Iriondo” serán los que lograrán dar vida a cada una de las aulas escolares, considerando que el actual contexto de crisis sanitaria mundial, originado por el Covid-19, indujo al cierre de las instituciones educativas y al dictado de clases virtuales desde los hogares.

Estos objetivos encontrarán una real comunión con los proyectos de otros jóvenes y no tan jóvenes, quienes en el pasado también han llenado de algarabía los salones de estudio.

Raúl Alberto Segovia es una de las tantas personas que ha aprendido a “soñar al estilo de Simón”, acompañado de cuatro hermanos mayores (dignos representantes de las Promociones 1990, 1994, 1997, 1999, 2001). Él logró ingresar a las Fuerzas Armadas para defender las fronteras del país, a bordo de buques de ultramar.

Por ello, la Escuela ha decidido distinguirlo por haber materializado sus sueños y, por su intermedio, se anhela rendir un sencillo homenaje a los submarinistas del “Ara San Juan”, quienes han ofrendado sus vidas al custodiar no sólo los mares argentinos sino también la soberanía nacional.

El 15 de noviembre de 2017, esta nave se perdió prácticamente en el borde del talud continental; lugar donde nació para nosotros la magia de una especial esperanza, aquella que surge con la resignificación de la expresión “misión cumplida”; lugar convertido en altar donde siempre podremos depositar una ofrenda de paz, al momento de proteger lo que consideremos de nuestra propiedad.

No hay, ni habrá, suficientes condecoraciones u homenajes que se pueda brindar, ni mensajes que mitiguen el intenso dolor de sus familiares y afectos, pero recordando tan penoso acontecimiento podríamos dar vida a 44 jóvenes sueños de heroicidad, de patriotismo, de humanidad.

Estas palabras destacan que cuando poseemos la fuerza de voluntad suficiente para convertir sueños en proyectos y, luego, en palpable realidad, es porque hemos tenido la bendición que los cuatro vientos soplen en el mismo sentido, impulsando nuestra barca en la dirección correcta, señalada por las agujas de la brújula del destino.

Sabido es que el aislamiento social obligatorio, a causa del Coronavirus, ha traído tristeza, desazón, desconsuelo, induciéndonos -en reiteradas oportunidades- a perder de vista el Norte. Pero, desde proa y popa, podríamos arrojar al mar embravecido de la cotidianeidad cada una de estas reflexiones para que logren navegar con libertad y, atravesando las barreras del tiempo y la distancia, deseamos que lleguen a buen puerto, de manera que el 21 de septiembre de este año y los subsiguientes (“Día del Estudiante”) entre todos podamos impulsar los nobles sueños de la juventud, para que puedan ser visto en lo alto, luciendo eternamente su esplendor.

Por ellos no debemos olvidar “la alegría de sentirnos vivos”, mucho menos dejar de “valorar la vida en libertad”, pues representan energía vital, impulso que necesitan esos sueños para zarpar a mar abierto y empezar a volar, para soltar las amarras del apostadero que los podría esclavizar.

¡Manteniéndonos en un constante estado de vigilia nunca dejaremos de buscar sus realizaciones! Y si en algún instante se nos perdieran de vista, serán los “guerreros de luz del Ara San Juan” quienes señalarán el lugar donde tendremos que volver a buscar… ¡en lo más profundo de nuestro ser!

En tanto, la Escuela nos enseñará cómo volver a empezar, escribiendo en grandes pizarras y con tizas blanco pureza las palabras, “estudio”, “trabajo”, “dedicación”, y la Familia nos explicará algo fundamental como es el “sentimiento del amor”.

Así, evitaremos que los sueños y logros de generaciones pasadas caigan en total olvido e induciremos a que se entrecrucen con los proyectos que pronto vendrán.

Por lo antes expuesto y como parte de un colectivo social, hoy deseamos reconocer en el alumno de la Promoción 2001, Raúl Alberto Segovia, a los 44 héroes desaparecidos en alta mar.

Ahora, simplemente nos quedará como nueva misión… capitalizar singular enseñanza. ¿Cómo lo podremos hacer? Elevando nuestras expectativas ante la vida, cuando naveguemos hacia el Norte, punto cardinal que sólo señala el derrotero del progreso, cual feliz destino de superación.

Martha Elizabeth Antola (Prof. de la E.E.T. N° 24)